Ya se va para los cielos, ese querido angelito…
  • En cuanto se confirmó la partida del músico Ángel Parra, sus seguidores quisieron brindarle muestras de cariño y respeto, las que hasta ahora se han concentrado en el Museo Violeta Parra, del que fue uno de sus principales gestores y benefactores.

Cientos de capitalinos quisieron despedirse de quien fuera una de las voces más importantes de la nueva canción chilena, el músico y compositor Ángel Parra, quien falleció producto de un cáncer este sábado 11 de marzo rodeado de sus cercanos, en París.

El Museo Violeta Parra, de quien fuera su gestor y benefactor, dispuso un libro de condolencias para que sus seguidores pudieran dejar unas palabras de despedida y muestras de afecto.

A modo de homenaje el domingo 12 de marzo también se proyectó el documental “Violeta más viva que nunca”, de su autoría, el que fuera estrenado a fines del 2016 como parte de las actividades de conmemoración de los 100 años del natalicio de Violeta, coordinadas por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

En nombre de su memoria también la Cineteca Nacional proyectará este documental hasta el 19 de marzo, a las 20:30 hrs, con entrada liberada.

Sus funerales se realizarán el próximo jueves 16 de marzo con una ceremonia en el cementerio Père-Lachaise de París.

Homenaje a Ángel Parra

Biografía

Ángel Parra es una de las grandes figuras musicales de Chile. Creció en un entorno artístico familiar privilegiado, siendo la gran Violeta Parra su hermana. Fue con ésta con quien comenzó a realizar sus primeras presentaciones. Se saltó la educación secundaria y ejerció diversos oficios. Su adolescencia se repartió entre viajes a Argentina y Uruguay y en labores en canales de televisión. Tuvo un breve paso por el Conservatorio para estudios de oboe. A fines de los años ‘50 ya era parte activa del mundo discográfico, y publicó un mini álbum junto al grupo Los Norteños.

En 1961 viajó a París junto a su hermana Isabel para reunirse con Violeta. El conjunto se presentó en locales nocturnos europeos con el nombre de Los Parra de Chile, y juntos grabaron un primer longplay titulado Los Parra de Chillán (1963). Regresó solo a Chile en 1964 fundando la Peña de los Parra, epicentro de la Nueva Canción Chilena. En 1965 grabó “Oratorio para el pueblo”, en el que participaron el Coro Filarmónico de Santiago. En 1966 dirigió a Quilapayún en su debut en Valparaíso. En 1967 comenzó a presentarse junto a los Curacas, donde llegó a ser director artístico y participó en el Primer Encuentro de la Canción Protesta, realizado en Cuba. En 1969 intervino en el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena. Y colaboraba sin prejuicio con varios músicos como los Blops, una de las primeras bandas en Chile que fusionaron rock y raíz folclórica. Durante el gobierno de la Unidad Popular, publicó Corazón de bandido-Canciones de patria nueva y una antología de la Nueva Canción editada por el partido Mapu.

Una de sus grandes influencias ha sido Atahualpa Yupanqui, quien le entregó su poema “En el Tolima” para que lo musicalizara. Con el mismo Yupanqui registró El último recital, grabado en conjunto en Zurich, en 1992. Parra ha musicalizado a diversos poetas como Federico García Lorca, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y trabajado la prosa de Manuel Rojas y Volodia Teitelboim, en cuyo trabajo se inspiró el álbum Pisagua. Su discografía se cruza en varios momentos con el cine, incluyendo musicalizaciones para El ñato Eloy, La tierra prometida y Los náufragos.

El golpe de Estado de 1973 le significó el traslado al Estadio Nacional, y el paso por recintos de detención. Fue en su prisión de Chacabuco que compuso el Oratorio de Navidad, que montó por primera vez junto a otros reclusos. En 1974 partió a su exilio a México, donde continuó su labor musical presentándose en Auditorio Nacional. Dos años más tarde viajó a París, Francia, donde residió hasta sus últimos días. Durante los años 90, sus discos alternaron canciones infantiles, eróticas, militantes y de raíz folclórica. Al igual que lo que sucedió con su hermana Isabel, un acuerdo con el sello Warner-Chile le permitió publicar la primera antología de sus canciones (Antología, 2000), relanzar el disco Pisagua y mostrar material nuevo, como Brindis y cuecas caballas, en el que colaboraron su hijo Ángel, Álvaro Henríquez, y los experimentados músicos de la antigua bohemia Rafael Traslaviña (piano) e Iván Cazabón (contrabajo). A cincuenta años de su debut, la de Ángel Parra se erigía como una discografía imparable, en la que además dejó en evidencia un talento escrito que lo hizo autor de algunas novelas y del libro de memorias Violeta se fue a los cielos (2006), sobre su madre.